–Mira a ese tío. Es la decimocuarta vez que lo veo en un concierto.
–¿Y va siempre solo?
–Solo lo he visto con su cámara de vídeo y su chaleco de plumas.
–¿Qué cojones hará con eso luego?
Julián va a los conciertos solo. En zapatillas: cordones amarillo fosforito. En chándal: aquella equipación Kappa del Barça del ’95. A Julián le gusta que le llamen Casablancas de apellido, pero tiene poca gente que lo haga. Le encanta la música. Flipa tocando al aire cualquier instrumento, pero casi nunca puede porque está grabando los conciertos con su cámara. Julián es un tío peculiar, pero no se da cuenta. Julián vive dentro de Julián y le gusta que le llamen Casablancas porque le gusta mucho la música y flipa con los Strokes. Julián, aunque pueda parecerlo, nunca ha tenido la tentación de matar ni de pegarle a nadie. Le da rabia cuando él está bailando en trance y oye a alguien del público decir, «este grupo es una mierda». Automáticamente deja de bailar, se yergue y sigue grabando a varios metros de distancia.
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